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Munafa ebook

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Read Ebook: Diario de la navegacion empredida en 1781 Desde el Rio Negro para reconocer la Bahia de Todos los Santos las Islas del Buen Suceso y el desague del Rio Colorado by Villarino Basilio

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Ebook has 254 lines and 19033 words, and 6 pages

DIARIO DE LA NAVEGACION EMPRENDIDA EN 1781, DESDE EL RIO NEGRO, PARA RECONOCER LA BAHIA DE TODOS LOS SANTOS, LAS ISLAS DEL BUEN SUCESO, Y EL DESAG?E DEL RIO COLORADO;

POR

D. BASILIO VILLARINO, PILOTO DE LA REAL ARMADA

Primera Edicion. 1837.

DISCURSO PRELIMINAR AL RECONOCIMIENTO DEL COLORADO.

La expedicion zarp? el 15 de Diciembre de 1778, con cuatro buques, y en tan mal estado, que el mayor de ellos hacia 40 pulgadas de agua por hora al salir del puerto; asi es que emplearon cinco dias para desembocar al Oc?ano. Con tan inf?ustos auspicios se emprendi? la grande obra de la colonizacion de Patag?nia!

Ni se variaron despues. Antes de llegar ? la Bahia sin Fondo, donde debia recalar la expedicion, estall? la discordia entre el Superintendente y D. Francisco de Viedma, que desde entonces aspiraba ? suplantarle: en una correspondencia secreta que este ?ltimo mantenia con el Virey, le indujo ? desaprobar el primer establecimiento que, segun las instrucciones, Piedra habia fundado en la pen?nsula de San Jos?; y con igual injusticia se residenci? ? Villarino que habia vuelto ? Buenos Aires ? dar cuenta de sus reconocimientos. Se le acus? de infidencia, sin mas fundamento que el haber sabido que el esclavo de un platero, ocupado en sacar en limpio los borradores del piloto, los habia mostrado ? D. Jos? Custodio S? y Farias, brigadier portugues, que solicitaba entrar al servicio de Espa?a.

Sin embargo, el viage que en 1779 Villarino emprendi? al Colorado fu? clasificado de descubrimiento, porque realmente nadie hasta entonces habia visitado aquel rio: su situacion retirada, en el fondo de una bahia toda sembrada de bancos y escollos, lo habia sustraido de las observaciones de los navegantes, que, despues de haber reconocido el Cabo San Antonio, se apartaban de la costa para no empe?arse inutilmente en una penosa traves?a.

Parece que el Superintendente Viedma no qued? satisfecho con este reconocimiento, puesto que oblig? Villarino ? volver otras tres veces al Colorado: la primera en 1780, la segunda en 1781, y la ?ltima en 1785. El diario que publicamos corresponde al segundo de estos nuevos viages, y lo hemos preferido por ser el mas completo, sin que sean de desde?arse algunos apuntes contenidos en los in?ditos.

"Este rio dice el autor en uno de ellos, tendr? la cuarta parte del caudal del Rio Negro, ? menos. Yo lo pas? ? caballo, y adonde era mas hondo me lleg? el agua al basto del lomillo. En su desague no se v? reventazon; pero pienso sea de poco fondo, por lo muy desplayado, y por los muchos bajos que se descubren en la bajamar. La pleamar es una hora mas tarde que en la boca del Rio Negro. Los bajos dichos estan sembrados, por la parte de adentro, de las islas que forman, lo que pareci? puerto ? los de la chalupa."

"El rio tendr? de ancho 60 ? 70 varas. Su agua es algo gruesa, y muy inferior ? la del Rio Negro: esto procede de un arroyo de agua salada que, seg?n me dijo un indio, le entra muy arriba de su desag?e. Las lagunas que hay en sus m?rgenes son saladas, y lo mismo las que se hallan en el espacio comprendido entre estos dos rios, cuya distancia, prudencialmente calculada, es de 24 leguas: esto es, del Colorado al primer pozo, 8 leguas; del primero al segundo, 10; y del segundo al Fuerte del Carmen, 6."

En otro documento contemporaneo, que existe in?dito en poder nuestro, hallamos los siguientes detalles sobre el Colorado: es el Superintendente Viedma el que habla--

DIA 17 DE JULIO DE 1781.--"A las 8 de la ma?ana emprend? mi marcha al reconocimiento acordado con el indio lenguaraz Matias. Fueron conmigo el ingeniero extraordinario D. Jos? Perez Brito, D. Pedro Fermin Indart, el P. Sanchez, con tres dragones, incluso el cabo Bores, y tres soldados de infanteria. Matias venia de vaqueano, y por habernos dicho que el rio estaba muy lejos, llevamos para cada uno dos caballos de muda.

"Nuestra marcha fu? en todo el camino ? galope. A las 11-1/2 del dia llegamos al parage donde se aparta el camino que sale para el Sauce: habr? de distancia de la isla este sitio, unas once leguas, poco mas ? menos. Todo el terreno es fertil?simo, muy abundante de pastos, particularmente de trebol, que se cria tan lozano, que en partes tiene mas de media vara de alto. La le?a es escasa, aunque en dicho sitio hay una loma con algunos cha?ares, que es endonde Matias dice que puede hacerse el fuerte: en lo interior del terreno se advierte tal cual islote de ellos.

"El rio tiene poca arboleda de sauces, y de ?nfima calidad, inutil enteramente para edificios, y solamente buena para quemar: con estos, y los cha?ares se puede por algunos a?os abastecer de le?a ? una poblacion. Estos ?rboles cubren por trechos las m?rgenes del rio; espesos en unos, claros en otros, y ? veces ninguno, de modo que suelen pasarse cuatro ? seis cuadras, y hasta media legua sin encontrar un sauce.

"El camino que sale desde las orillas del Colorado con direccion al Sauce, sigue hasta Buenos Aires, segun me inform? Matias, y ? las ocho leguas est? el manantial, ? pozo que cita el peon Juan Jos? Gonzalez en su relacion: de este parage ? las Salinas, de que se hace mencion en mis instrucciones, habr? como un dia de camino: dichas Salinas, dice el mismo indio y otros que he examinado, son abundant?simas, y de sal excelente.

"Todo el terreno que se descubre desde la citada loma, es arenoso y est?ril, tanto por el norte como por el este; y el indio Matias me asegur? que cuanto mas arriba, tanto mas desnudo era el terreno, habiendo solo alguna arboleda mas en las orillas del rio.

"Que el Cacique Negro, despues de haberse casado con una Araucana, y de haber muerto ? algunos indios emparentados con los del cacique Usel, se ha separado de ?l, y se ha establecido cerca de las tolderias de Chulilaquin.

"Para reconocer la otra banda del Colorado intent? vadearle, ? cuyo objeto le hice tantear por un indiecito que se hallaba ? cerca de media legua, pastoreando unos caballos de las tolderias de Usel. Pero, viendo que poco le faltaba para nadar con su caballo, no me determin? ? pasarle, considerando que no era precisa esta diligencia, pues se veia que aquellos terrenos eran iguales ? estos: y el cabo Bores me dijo, que los habia transitado cuando vino con su partida al alcance de los desertores, y que le parecieron mas f?rtiles.

"Por aquel lado hay dos peque?as salinas: vimos ? una de ellas; ? la otra no, por estar mas distante; y segun me inform? el indio Matias, tienen sal solo en el verano. La fertilidad de estos terrenos, por lo que he andado, se extiende ? cerca de cuatro leguas de ancho en ambos m?rgenes, las que unidas suman ocho, y creo que es el efecto de las inundaciones del rio en tiempo de las grandes avenidas, que los indios dicen ser peri?dicas en los veranos, y que cubren dos y hasta tres leguas por cada lado. La planicie del terreno favorece estos riegos naturales, que ser?n con el tiempo un manantial de riqueza para los que vengan ? explotarlo.

"Estos parages abundan de perdices, palomas, avutardas, patos, lievres, venados, etc."

Ningun provecho sac? la Corte de Madrid de estos reconocimientos: la apatia era su estado habitual, y solo cuando recelaba un rompimiento con alguna potencia europea, se despertaba de su letargo para ordenar que se explorasen las costas del sud, no con el objeto de poblarlas, sino para desalojar ? los extrangeros. En el gobierno del Virey Melo, los cuidados de la lucha en que Espa?a se hallaba empe?ada con la Rep?blica Francesa, hicieron registrar dos veces la Bahia de Todos los Santos, la Anegada, y la boca del Rio Colorado, donde se sospechaba que se ocultasen subditos de aquella nacion. Una de estas expediciones sali? del Rio Negro en el verano de 1794, ? las ?rdenes del capitan de fragata D. Juan Gutierrez de la Concha, que, despues de haber acompa?ado al ilustre y desgraciado Malespina, se detuvo en Montevideo para hacer un mas prolijo reconocimiento de los puertos de la costa patag?nica: la otra fu? encomendada ? D. Jos? de la Pe?a, el piloto el mas experto en la hidrografia de aquel litoral. El diario de Concha se ha sustraido hasta ahora ? nuestras indagaciones, y recelamos que el fin desastroso de este oficial, haya ocasionado la p?rdida de sus papeles: el diario de Pe?a nada adelanta ? lo que sabemos del Rio Colorado, habi?ndose ocupado mas especialmente de reconocer las bahias adyacentes.

En 1822 todos estos parages fueron explorados, de ?rden del gobierno, por el Coronel Cramer, en cuyo informe hallamos las siguientes noticias del Colorado. "De la Bahia de Todos los Santos pas? ? la de la Union. Las canales que conducen de una ? otra tienen poco fondo, y solo las chalupas pueden atravesarlas: reconoc? al pasar la Isla Larga y la de Borda; pero una y otra ofrecen muy pocos recursos.

"La Bahia de la Union, ademas de prometer las mismas ventajas que la de Todos los Santos para la pesca, tiene tambien mejores fondeaderos: la canal para entrar es bastante ancha, con cinco brazas de agua en bajamar.

"El rio Colorado desemboca en esta bahia por dos canales: la una chica, y la otra grande. A la pleamar las chalupas pueden pasar por la primera; la segunda tiene tres brazas de agua casi en toda la extension, de modo que los buques pueden fondear en este brazo con la mayor seguridad.

"Creo que en toda la costa no hay un punto que ofrezca las ventajas de esta bahia: porque, ? mas de ser bastante abrigada, ? pesar de su grande extension, es tambien el ?nico paso para llegar al Colorado, por ser las bocas de afuera de esto rio casi siempre impracticables, aun para las embarcaciones peque?as.

"Entr? en el Colorado por la canal chica: este rio se divide en una porcion de brazos, que forman otras tantas islas, pero todas anegadizas y pantanosas. La corriente baja con mucha fuerza, y trae tanta arena que las canales se obstruyen. Al salir de este rio para seguir la costa hacia el norte, hallamos tan poca agua que varamos con una canoa chica. Como ? nueve leguas del Colorado encontre la Bahia de Brightman, etc."

Desde entonces no se oy? hablar mas del Colorado, hasta la campa?a de 1833, en que el Sr. General Rosas, cuyo cuartel general ocupaba las m?rgenes de este rio, orden? que se emprendiese su reconocimiento. Mientras la goleta San Martin penetraba por la boca del rio, dos botes, que se construian en las inmediaciones del campamento, debian seguir los movimientos de la division Ramos, para elevarse hasta donde les era posible hacerlo. La San Martin muy cargada, y calando nueve cuartas, pas? por la barra, y el 27 de Julio fonde? ? dos cuadras del campamento, que, segun las observaciones del astr?nomo del ej?rcito, se hallaba en los 39? 37' 58" 5"' de latitud, y ? los 64? 53' 55" 30"' de longitud, al oeste del meridiano de Paris.

La boca del Colorado, que Villarino coloc? en los 39? 57,' y el capitan Morell en los 39? 49', segun el capitan Bathurst, yace en los 39? 55'. Sus dem?s observaciones se hallan en el parte que insertamos ? continuacion de este discurso.

"El rio Colorado, segun se colige del diario del Ej?rcito, corre sobre arena, y tiene de ciento ? docientas varas de ancho. Solo d? paso en el invierno, pues en verano est? siempre lleno y muy profundo: los indios lo pasan en balsas de sauce. Sus costas son poco barrancosas, y pobladas en lo general de ?rboles de sauce colorado y blanco. Cuando est? crecido en verano inunda una parte de los grandes llanos que se abren en sus m?rgenes. Los pastos de estos son de los mejores engordes, y en los altos son fuertes y excelentes para el pastoreo."

#PEDRO DE ANGELIS#.

Buenos Aires, 12 de Marzo de 1839.

Rio Colorado, ? 31 del mes de Mayo de 1833. 24 de la Libertad, y 18 de la Independencia.

Al Sr. Comandante en Gefe de la Goleta de guerra San Martin.

Llegado ? la latitud de 39? 55' S se tendr? la boca del rio al S. 67? 30' O. En dicha latitud, ? la distancia de dos ? tres millas de la boca, se encuentra la profundidad de cuatro brazas, y se observan unos m?danos, ? cerrillos de arena al N. 78? 45' O, marcados con letra B en el plano que acompa?o; y un arbol solo el mas notable, letra D, en la misma direccion de la entrada de la boca, que es S. 67? 30' O.

El canal de la boca se distingue por la corriente colorada que se nota en medio de aguas quebradas encima de los bancos. Al entrar en la boca tendr? una y media braza sin el flujo, y con este una braza mas: y, habiendo entrado como media milla para adentro, se encuentran dos brazos sin aquel, y tres con ?l; donde se fondear? cerca del arenal grande de la mano derecha, se?al dos anclas, demorando entonces al N. 45? O los medanos primeramente observados en B, y el arbol de que se ha hecho referencia D, al rumbo S 67? 30' O.; demorando tambien unos peque?os m?danos, letra C, al S 40? O.

Aunque de este fondeadero para arriba las corrientes son bien r?pidas, en la hora del flujo se pueden avanzar unas dos millas mas, inclin?ndose siempre ? la costa de la derecha, hasta enfrentar la primera isla E de la izquierda, endonde se encuentran sobre la costa tres palos clavados F, y en el mas alto una tablita atravesada, en que est? grabado FEDERACION, y los vestigios de mi campamento en los dias 20 y 21 del presente.

Al tomar la boca es preciso prevenirse para no dejarse abatir por la corriente, que es violenta h?cia el norte. Las profundidades que he referido, se han hallado sondando en el reflujo, ? bajamar. Los rumbos expresados son con relacion al norte magn?tico....

GUILLERMO BATHURST.

DIARIO DE VILLARINO.

DIA 12 DE ABRIL DE 1781.

A las ocho y media de la ma?ana tir? la ?ltima pieza de leva, y me hice ? la vela del establecimiento con las expresadas embarcaciones, y viento N bonancible. A las cuatro y media de la tarde llegu? ? la boca del Rio Negro, remolcando el bergantin con el bote y la chalupa, por estar calma; en cuyo parage d? fondo, ? esperar tiempo ? prop?sito para emprender mi navegacion, el que no pude conseguir hasta el 4 de Mayo, en cuyo int?rvalo de tiempo tuve lugar de registrar la barra, como ? satisfaccion la registr? en los dias que el tiempo lo permitia; y no sin much?sima utilidad, pues descubr? por la parte del N una canal, mejor que la que hasta ahora practican los navegantes ? este rio por la parte del S.

Esta canal hace f?cil y poco arriesgada su navegacion ? este rio, su entrada y salida casi con todos vientos, sin atender ? otra cosa que ? las mareas: lo que no sucedia antes, pues era preciso combinar estas con los vientos, y estos debian ser favorables en el ?nico punto de la pleamar, cuya circunstancia eternizaba las embarcaciones, que fondeadas de la parte de adentro iban ? entrar, pues no concurri?ndoles en aquel punto de la pleamar viento favorable, permanecian fondeadas afuera. Y aunque ? m? nunca esta circunstancia me detuvo, pues casi siempre he entrado con viento contrario, ya se ha visto lo muy cerca que alguno ha estado de perderse, por permanecer afuera fondeados: por lo cual convendria, que los navegantes ? este establecimiento se instruyesen bien en la barra de este rio y sus canales, ? fin de asegurar sus vidas y los reales intereses; pues solo la falta de practica es la que ocasiona los muchos riesgos y detenciones que continuamente se experimentan.

Parece que contradice lo que llevo dicho, el haber yo estado desde el dia 12 de Abril hasta el 4 de Mayo fondeado en la boca aguardando tiempo oportuno para mi viage: pero no es as?, porque yo salgo ? un reconocimiento, de cuyo paraje no se sabe otra cosa que lo muy peligroso que es, que precisamente debo salir ? tal hora que pueda pasar en el dia los bajos de Punta Rubia; que el viento sea tal que me proporcione de dia esta navegacion, y que lo pueda resistir una embarcacion menor como es la chalupa que llevo conmigo sin exponerla ? zozobrar; y que la mar sea ? prop?sito, para que as? mismo la pueda resistir, y otras infinitas circunstancias que me es indispensable atender, como conocen los inteligentes en la navegacion: y ?nicamente el asegurar las comisiones que se me han encargado pudieron ? veces detenerme algunos dias fondeado en la boca, pero no los vientos contrarios ni aun las noches, pues he entrado y salido por la barra, sin que uno ni otro me sirviese de estorbo aun antes de descubrir esta canal: pero ahora descubierta, es mucho mas f?cil esta navegacion, por lo que se hace preciso que se hagan pr?cticos en ella todos los que navegan al Rio Negro.

Los vientos que regularmente detienen en la boca de este rio ? los que van ? salir de ?l para Buenos Aires, son del tercer cuadrante, y estos son contrarios hasta salir de la barra por la canal del S: pero en saliendo de ella, todos son vientos largos para hacer esta navegacion. Por la canal del N son favorables, pues esta corre con la boca del rio ENE y OSO; y en esta inteligencia, los que mas detenian las embarcaciones antes que se descubriese, son ahora los mas favorables.

Del mismo modo, los vientos que tenian las embarcaciones fondeadas ? fuera de la barra, tan expuestas ? perderse cuando venian ? entrar, eran del primer cuadrante y del cuarto: esto es, desde el ENE hasta el NO, los cuales son asimismo favorables por la expresada canal.

Unicamente solo un temporal, ? los vientos del segundo cuadrante, pueden detener los barcos que salen de Rio Negro para Buenos Aires, fondeados en la boca, por ser estos contrarios ? esta navegacion y traves?as ? la costa; pero la entrada no la pueden estorbar ? los inteligentes en las dos canales del S y del N, ninguna especie de vientos, sea donde se fuere.

DIA 4 DE MAYO.

A las siete y media de la ma?ana met? el bote ? bordo, y ? las ocho y cuarto me hice ? la vela con viento ONO medianamente fresco. A las ocho y media estaba ? distancia de 100 varas de la punta del N del rio, y segu? gobernando al ENE, ? pasar por la canal del N. A las nueve estaba en la menor agua, que fu? de dos brazas, y demarqu? la punta del N del rio al OSO, distancia de cuatro millas, y segu? ? dicho rumbo hasta las nueve y media que gobern? al NE, siempre barajando la costa ? distancia de media legua, y lo mas separado de ella fu? una legua. A las 11 se llam? el viento al S recio, por lo que me fu? preciso acortar de vela por esperar la chalupa, y llevarla siempre ? mi costado para socorrerla en caso de que no pudiese aguantar. A la una y tres cuartos entr? en los bajos de Punta Rubia, sobre los cuales pens? largase la quilla esta embarcacion; pero, ya bar?ndo, ya saliendo, estuve hasta las dos, que dobl? la dicha punta y salimos ? mas agua, y ? este tiempo met? en vuelta del ONO, barajando la costa ? distancia de un cable. A las cuatro de la tarde me hall? entre la Isla de las Gamas y tierra firme, en tres brazas de agua, y d? fondo en este sitio por ser abrigado, ? fin de hacer aqu? algunos reconocimientos. A las cuatro y media ech? el bote al agua, y fu? ? reconocer el brazo de mar que entra entre la tierra firme y la Pen?nsula de los Jabalies, por haberme parecido desde el tope laguna. Habiendo llegado ? ?l, prob? el agua salada, y por ser ya de noche me volvi ? bordo: en este intermedio hice tender la red ? los marineros, y se pescaron algunos pejereyes y bacalaos.

DIA 5.

Amaneci? con el viento ONO: dur? sin que permitiese hacer diligencia alguna, ni salir de ? bordo.

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