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Read Ebook: Filosofía Fundamental Tomo II by Balmes Jaime Luciano
Font size: Background color: Text color: Add to tbrJar First Page Next PageEbook has 744 lines and 86267 words, and 15 pagesFILOSOF?A FUNDAMENTAL por D. JAIME BALMES, PRESB?TERO LIBRO SEGUNDO. DE LAS SENSACIONES. LA SENSACION EN S? MISMA. La sensacion, considerada en s?, es una mera afeccion interior; pero va casi siempre acompa?ada de un juicio mas ? menos expl?cito, mas ? menos notado por el mismo que siente y juzga. Veo dos molduras ? una distancia conveniente: no descubro entre ellas ninguna diferencia. Aqu? hay dos cosas. Esta correspondencia entre lo interno y lo externo es de la incumbencia del juicio que acompa?a ? la sensacion, n? de la sensacion misma. Si los brutos objetivan las sensaciones, como es muy probable, el instinto suplir? en ellos el juicio; ? se hallar?n en el mismo caso que el hombre antes del uso de las facultades intelectuales. La sensacion pues, considerada en s?, no atestigua: es un hecho que pasa en nuestra alma: si efectivamente ha habido accion de un objeto externo sobre nuestros ?rganos, y si este objeto es tal como parece, no le toca el discernirlo ? ella que es una afeccion de nuestro ser, un hecho simple, nada mas. Figur?monos un animal reducido al solo sentido del tacto, y aun este, n? desarrollado como en nosotros, sino circunscrito ? pocas y groseras afecciones, como las de caliente ? frio, h?medo ? seco, y compar?mosle con la sensibilidad humana: ?qu? inmensa distancia! la sensibilidad en dicho animal, est? en los confines de lo insensible; y en el hombre se acerca ya ? la region de la inteligencia; su representacion sensible, es tan extensa y variada, que reproduce en lo interior todo un mundo, y podria reproducir otros infinitos. Nosotros nos hallamos en el grado mas alto de la escala, al menos en lo sujeto ? nuestra observacion: ?qui?n es capaz de se?alar el mas elevado posible? Por desplegada ? perfecta que se suponga la sensibilidad, dista mucho de la inteligencia, y permanece siempre separada de la misma, como de una facultad de especie diferente. Por cuya razon, aun cuando supongamos que las facultades sensitivas sean capaces de una perfectibilidad indefinida, no se infiere de esto que pudiesen elevarse jam?s ? la esfera de la inteligencia propiamente dicha. Esta perfectibilidad seria en un ?rden diverso, que nunca podria confundirse con el de los seres intelectuales. Si suponemos que un color se perfecciona hasta lo infinito, jam?s llegar? ? ser un sonido, ? un sabor ? un olor, y vice-versa; ?por qu?? porque la perfectibilidad est? circunscrita al ?rden respectivo; de la propia suerte, y con mas razon, por mas que la facultad sensitiva se perfeccionase, jam?s llegaria ? ser inteligencia. Esta observacion es importante para prevenir uno de los errores mas funestos de nuestra ?poca, que consiste en mirar el universo, como el resultado de una fuerza misteriosa, que despleg?ndose con un movimiento espont?neo, pero necesario y continuo, va engendrando los seres y elevando sucesivamente las especies con una perenne transformacion. As?, la mayor perfeccion del organismo vegetal produciria las facultades animales; estas, perfeccion?ndose, se convertirian en sensitivas; y ? medida que irian progresando en el ?rden de las sensaciones, se acercarian ? la region de la inteligencia, que al fin podrian alcanzar. Con este sistema tiene no poca analog?a el que hace del pensamiento una sensacion transformada: con ?l queda borrada la l?nea divisoria entre los seres inteligentes y los no inteligentes; las sensaciones de la ostra podrian irse perfeccionando hasta convertirse en una inteligencia superior ? la de Bossuet ? Leibnitz; el desarrollo de las facultades del hombre estatua, seria un emblema del desarrollo del universo. No es posible tirar aqu? la l?nea divisoria entre lo sensible y lo inteligente; esto exige extensas y profundas consideraciones sobre la sensacion comparada con la idea; lo que no corresponde ? este lugar: pero bueno ser? haber se?alado la existencia de esta l?nea para que no haya confusion en una materia delicad?sima, y en la que no se yerra sin consecuencias trascendentales. ?En qu? consiste la sensacion? ?cu?l es su naturaleza ?ntima? Solo sabemos que es una modificacion de nuestro ser, y nos es imposible explicarla. Todas las palabras no bastan para dar idea de una sensacion ? quien no la experimenta; el ciego de nacimiento estaria oyendo cuanto han dicho y escrito los fil?sofos sobre la luz y los colores, sin poder imaginarse lo que son los colores y la luz. En esto no cabe otra ense?anza que la experiencia; de suerte que si suponemos un hombre con una alteracion de sentido tal que lo verde le parezca constantemente amarillo, y lo amarillo verde, no saldr? jam?s de su equivocacion ? pesar de un continuo trato con los dem?s hombres; y no llegar? nunca ? sospechar que durante toda su vida ha estado empleando las dos palabras, verde y amarillo, tom?ndolas en sentido diferente del que les daban los otros. Por analog?a, y hasta por inclinacion natural, creemos que los brutos no son meras m?quinas, y que tienen tambien sensaciones. La inmensa escala en que se hallan distribuidos los irracionales, manifiesta que la facultad de sentir est? esparcida por el universo con una profusion asombrosa, y en grados muy diferentes. Nuestra experiencia se limita al globo que habitamos: ?los l?mites de la vida sensitiva, son los mismos que los de nuestra experiencia? Aun con respecto al globo, la observacion est? circunscrita ? lo que permite la imperfeccion de nuestros sentidos y de los instrumentos auxiliares: ?hasta qu? punto se prolonga la cadena de la vida? ?d?nde est? el t?rmino? En los seres que tenemos por inanimados, ?hay alguna participacion de esa facultad misteriosa? ?Se compondr? el universo de un conjunto de m?nadas dotadas de cierta percepcion, como pretende Leibnitz? Esto es una hip?tesis destituida de fundamento; pero siendo tan limitados nuestros medios de observacion, andemos con mesura al se?alar un linde ? la region de la vida. Comunmente se habla de la facultad de sentir cual de una cosa de un ?rden muy inferior; as? es en efecto, si se la compara con las facultades intelectuales; pero esto no quita que considerada en s?, sea un fen?meno admirable, capaz de asombrar y confundir ? quien medite sobre ?l. Sentir!... con esta sola idea se da un salto inmenso en la escala de los seres. ?Qu? es lo insensible comparado con lo sensible? Lo insensible es, mas no experimenta que sea; nada hay en ?l, sino ?l mismo; lo sensible experimenta que es, y hay en ?l algo mas que ?l mismo, todo cuanto ?l siente, todo cuanto se representa en ?l. Lo insensible, aun rodeado de seres, est? en completo aislamiento, en la soledad; lo sensible, aun solo, puede estar en un mundo de representaciones de variedad infinita. No hay sensacion sin conciencia directa; pues que no siendo esta otra cosa que la misma presencia del fen?meno al ser que lo experimenta, seria contradictorio el decir que se siente sin conciencia. Una sensacion experimentada es una sensacion presente; no se concibe, es un absurdo, una sensacion no presente, es decir no sentida La clase de seres sensibles dotados de facultad representativa, parece de un ?rden muy superior ? los dem?s; entonces hay no solo conciencia en el ser, sino tambien una fuerza misteriosa por la cual ve dentro de s? un mundo entero. ?Cu?l es el grado mas perfecto de la vida sensitiva? ?Cu?l el mas imperfecto? No pudiendo juzgar de estas cosas sino por experiencia y por analog?a, nada se puede responder ? dichas cuestiones. Pero atendida la inmensidad de la escala que la experiencia nos pone ? la vista, podemos conjeturar que la naturaleza es mucho mas rica de lo que nosotros nos imaginamos. Dej?mosle sus profundos arcanos, y content?monos con sospechar que existen. LA MATERIA NO PUEDE SENTIR. El fen?meno de la sensibilidad nos revela la existencia de un ?rden de seres distintos de la materia. La organizacion material por perfecta que se la suponga, no puede elevarse ? la sensacion; la materia es de todo punto incapaz de sentir; por manera que el absurdo sistema del materialismo es insuficiente para explicar no solo los fen?menos de la inteligencia, sino tambien los de la sensacion. Poco importa que nosotros no sepamos en qu? consiste la naturaleza ?ntima del ser sensible, ni aun de la materia; b?stanos conocer propiedades que les son esenciales para poder inferir con toda seguridad, que pertenecen ? ?rdenes totalmente distintos. No es verdad que sea necesaria la idea cabal de la esencia de dos cosas, para demostrar que tienen entre s? absoluta contradiccion; mil veces consideramos dos figuras geom?tricas cuya propiedad constitutiva nos es desconocida, y sin embargo no dejamos de ver que son muy diferentes, y que es imposible que la una sea la otra. Si fingimos un flujo y reflujo de sensaciones sin ningun v?nculo, sin un ser ?nico que las experimente, lo que nos resulta no es un ser sensible, sino un conjunto de fen?menos, de los cuales cada uno por s? solo nos presenta la misma dificultad que todos reunidos; es decir, la necesidad de un ser que le experimente. Tomemos un compuesto de dos partes, A y B, y veamos si se puede lograr la sensacion de un sonido por ejemplo. Si ambas partes sienten, ? ambas sienten todo el sonido, ? cada cual una porcion de ?l; si ambas le sienten por entero, una de ellas est? de sobras, pues que no tratamos mas que de explicar la realizacion del fen?meno, que ya se verificaria con una sola. Si cada parte siente, n? el sonido por entero, sino una porcion de ?l, tenemos el sonido dividido. ?Y qu? es la division de un sonido? Adem?s, aun hecha la imaginaria division de sonido, tampoco nos resulta explicado el fen?meno; porque la parte del sonido sentida por A, no ser? sentida por B; luego jam?s podr? resultar una sensacion completa. ?Fingir?mos que A y B se ponen en relacion, comunic?ndose rec?procamente la parte que les corresponde? pero en tal caso tendremos que A siente todo lo suyo, y adem?s lo que la comunica B; entonces, ?? qu? viene la B si A lo siente todo? ?por qu? no poner toda la sensacion primitiva en A? Salta ? los ojos que dicha comunicacion es una hip?tesis disparatada, pues que con ella resultaria que para formar la sensacion total seria indispensable una sucesiva comunicacion de las partes entre s?, y que cada una sintiese lo propio y lo que la transmitiesen las dem?s, form?ndose de este modo, n? una sensacion sola, sino cuantas partes hubiese, y resultando n? un ser sensible solo, sino en n?mero igual al de las partes. Esta hip?tesis de la comunicacion al fin viene ? parar ? la admision de nuestro sistema: pues que reconoce la necesidad de la unidad para constituir la sensacion. ?Por qu? se comunicarian las partes lo que respectivamente hubiesen sentido? porque n? de otro modo podria constituirse la sensacion total, y de esta suerte se haria recibir ? cada parte lo que de s? misma no tenia. ?Y con qu? objeto? para que cada una lo sintiese todo; luego la sensacion necesita estar toda en un solo sujeto; luego al paso que se niega la unidad, se la reconoce necesaria. Estas partes A y B, ? serian simples ? n?; si fueran simples, ?? qu? empe?arse en sostener el materialismo, si al fin se habia de llegar ? seres simples? Decir que la sensacion es un efecto de la organizacion, y sin embargo ponerla en un ser simple, es una contradiccion manifiesta; porque lo simple no puede estar organizado; no hay organizacion cuando no hay partes organizadas. Si se admite el ser simple, y en ?l se pone la sensacion, entonces la organizacion ser?, si se quiere, un medio, un conducto, ? una condicion indispensable para la realizacion del fen?meno; pero no ser? ella el sujeto de este, sino el ser simple. Si las partes no son simples, estar?n compuestas de otras; en cuyo caso se podr? preguntar de ellas, lo mismo que de las primeras; habi?ndose de llegar ? seres simples ? proceder hasta lo infinito. Si se admite este proceso, el ser sensible no ser? uno solo, sino infinitos, y las dificultades que ten?amos con solas dos partes A y B, se multiplicar?n hasta lo infinito, resultando en cada ser sensible, n? uno sino infinitos, y en cada sensacion n? una sino infinitas. Surge aqu? una dificultad grav?sima. Si la materia es incapaz de sentir, el alma de los brutos no es materia, si es inmaterial, es esp?ritu, lo que no se puede admitir. Esta dificultad se desvanece fijando bien el sentido de las palabras. No es lo mismo un ser inmaterial que un esp?ritu; todo esp?ritu es inmaterial: pero n? todo ser inmaterial es esp?ritu. Inmaterial, significa negacion de la materia; esp?ritu significa algo mas: pues que por esta palabra entendemos un ser simple dotado de inteligencia y de libre albedrio. El alma de los brutos ser? pues inmaterial sin que sea esp?ritu. Dicen algunos: lo que no es cuerpo es esp?ritu, no hay medio entre estas dos clases de seres. ?Por qu?? ?En qu? se funda tama?a seguridad? Si se dijese que no hay medio entre lo material ? inmaterial, se diria bien; porque efectivamente no hay medio entre el s? y el n?; cualquier cosa es ? no es; pero en la idea de esp?ritu entra mucho mas que simple negacion de materia; entra la idea de un principio activo, inteligente y libre. Pero entonces, se dir?, ?en qu? consiste la naturaleza del alma del bruto? y yo preguntar?, ?en qu? consiste la naturaleza de la mayor parte de las cosas que se nos ofrecen? Esta naturaleza, ?la conocemos en s? ? en sus actos? Nuestra misma alma, ?la vemos acaso intuitivamente? ?por ventura no la conocemos por los actos de que tenemos conciencia? pues bien; de un modo semejante conocemos el alma sensitiva por sus actos, esto es, por el sentir; conocemos que no es materia, porque la materia es incapaz de sensacion; y ? la manera que de nuestra alma sabemos que es un ser simple, principio activo dotado de inteligencia y libertad, podremos decir que el alma de los brutos es un ser simple dotado de la facultad de sentir y de instintos y apetitos en el ?rden sensible. Yo no s? lo que es este principio activo considerado en s?; pero sus actos me le revelan como una fuerza superior ? los cuerpos; como una de tantas actividades que vivifican la naturaleza. Esa fuerza vivificante la encuentro en una porcion de materia admirablemente organizada, y cuya organizacion conspira ? un fin que es el ejercicio arm?nico de las facultades de ese viviente que llamamos animal; el no saber lo que es esa fuerza en s? misma, no me impide el afirmar su existencia, ya que los fen?menos me la revelan de una manera incontestable. ?Cu?l ser? entonces el destino de esas almas ? de esas fuerzas vitales, en destruy?ndose la organizacion que ellas vivifican? ?Se reducir?n ? la nada ya que no pueden descomponerse por no constar de partes? ?continuar?n existiendo, esperando que les toque el turno de presidir ? una nueva organizacion? Aqu? hay varias cuestiones que es bueno deslindar para examinarlas luego por separado. Si el alma de los brutos no consta de partes, no puede perecer por desorganizacion; no se desorganiza lo que no est? organizado, y no lo est? lo que no tiene partes organizables. De esto se infiere que el alma de los brutos no puede perecer por corrupcion propiamente dicha, pues que as? se ha de verificar de todo ser que no est? compuesto de materia. No veo que bajo este aspecto pueda ofrecerse ninguna dificultad; pero la cuestion no est? resuelta sino en su parte negativa, pues hasta aqu? solo sabemos que el alma de los brutos no se corrompe ? no muere por descomposicion; f?ltanos saber qu? se hace de ella; ?se anonada? ?contin?a existiendo? y en tal caso, ?de qu? manera? Estas son cuestiones diferentes. Ante todo conviene advertir que aqu? caben conjeturas, mas bien sobre la posibilidad que sobre la realidad; la filosof?a puede hacernos columbrar lo que puede haber, mas n? lo que hay; pues la realidad no puede sernos conocida sin la experiencia, y esta nos falta en el caso presente. En buena filosof?a, cuando se pregunta lo que hay en este punto, la mejor respuesta es: no lo s?; cuando se pregunta qu? es lo que puede haber, entonces entra el raciocinio fundado en los principios generales, y muy particularmente en la analog?a. Suele decirse que nada se aniquila; esta proposicion ha menester explicaciones. ?Qu? significa aniquilarse? dejar de ser, sin que reste nada de lo que antes habia; si se desorganiza un cuerpo, deja de ser como cuerpo organizado, pero la materia resta; no hay pues aniquilamiento. ?Es verdad que nada se aniquila? Segun algunos, es preciso distinguir entre sustancias y accidentes; como estos ?ltimos son una especie de seres incompletos, no hay inconveniente en que dejen de ser sin que reste nada de ellos, pero en esa desaparicion no habr? aniquilamiento propiamente dicho: as? vemos que las cosas se transforman continuamente, es decir, que padecen una sucesion de accidentes, los cuales dejan de existir cuando la cosa deja de ser modificada de la manera respectiva. En cuanto ? las sustancias, si dejasen de ser habria verdadero aniquilamiento; pero esto no se verifica porque ninguna sustancia se aniquila. As? piensan algunos; ignoro lo que hay de verdad en este sistema, pues no s? cual es el fundamento s?lido en que puede estribar. Si hay una sustancia destinada ? un objeto, en cesando este ?por qu? no podria aniquilarse? Un ser criado, necesita continuamente de la accion conservadora del Ser criador; por lo cual se dice que la conservacion es una creacion continua; cuando cese el objeto ? que se destina la sustancia criada, qu? inconveniente habr? en que se aniquile? No veo que esto repugne ni ? la sabidur?a ni ? la bondad de Dios; cuando un art?fice tiene un instrumento que deja de servir, lo desecha ? lo inutiliza: esto en Dios equivaldria ? quitar la accion conservadora, y en la criatura, ? reducirse ? la nada; si no repugna ? la sabidur?a y bondad de Dios el que un ser organizado se desorganice ? deje de existir como ser organizado, ?por qu? les repugnar? el que una sustancia deje de existir en habiendo cumplido el objeto al cual estaba destinada? de esto se infiere que no seria contrario ? la sana filosof?a el sostener que las almas de los brutos se reducen ? la nada. Pero supongamos que no se quiera acudir al aniquilamiento; ?hay algun inconveniente en que contin?en en su existencia? si lo hay, no lo alcanzo. ?Para qu? servirian? no lo s?; pero es l?cito conjeturar que absorbidas de nuevo en el pi?lago de la naturaleza no serian in?tiles. Tampoco sabemos ? qu? sirven muchos otros seres, y no obstante, ni por eso negamos su existencia, ni ponemos en duda su utilidad. ?Qui?n nos ha dicho que la fuerza vital que reside en el bruto no haya de tener ningun objeto en destruy?ndose la organizacion que ella animaba? La destruccion de una planta ?acarrea por ventura la extincion de todas las fuerzas vitales que en esta residen? y esas fuerzas, por no ejercer su accion sobre el ser organizado que se acaba de destruir, ?dejan por ventura de ser ?tiles en el misterioso laboratorio de la naturaleza? ?Qui?n nos ha dicho que una fuerza vital no puede ser ?til sino ejerci?ndose sobre un objeto de nuestra observacion? ?qui?n nos ha dicho que en los arcanos de la naturaleza las fuerzas vitales no obran en sentidos muy diferentes, muy varios, y que los efectos de su actividad no se presentan de maneras muy diferentes, segun las circunstancias en que se encuentran, todo con arreglo ? las leyes establecidas por la sabidur?a infinita? La magn?fica profusion con que est?n esparcidas las materias seminales, el sinn?mero de g?rmenes que por todas partes descubrimos, esa inmensa cantidad de materia susceptible de trasformacion y asimilacion en el viviente, los misterios de la generacion en el reino vegetal y animal, ?todo esto no nos indica que hay derramadas por el universo un sinn?mero de fuerzas vitales, que ejercen su actividad de manera muy varia y en una escala de extension asombrosa? ?Qui?n nos asegura que un mismo principio vital no pueda presentar fen?menos muy diversos segun las condiciones ? que est? sometido? el que reside en la bellota ?no es el mismo de la corpulenta encina que ha desafiado el ?mpetu de los huracanes durante algunos siglos? Si la experiencia no lo atestiguase ?qui?n seria capaz de sospechar que el principio vital de un gusano informe y asqueroso es el mismo de una bell?sima mariposa? V?ase pues como no es contrario ni ? la razon ni ? la experiencia, el suponer que el alma de los brutos, esa fuerza vital que en ellos reside, sea lo que fuere, contin?a despues de destruida la organizacion de su cuerpo, y que absorbida de nuevo en los tesoros de la naturaleza, se conserva en ellos, n? como un ser in?til, sino ejerciendo su actividad en diferentes sentidos segun las condiciones ? que se halle sujeta . El Sue?o y la Vigilia. El hecho de la sensacion est? enlazado con otros, y de este enlace resulta una gran parte de nuestros conocimientos. Se ha dicho con tono de mucha seguridad, que no era posible demostrar por las sensaciones la existencia de los cuerpos, pues que siendo aquellas una cosa puramente interna, no era dable que nos condujesen ? inferir la existencia de otra externa, y no habia inconveniente en que todas nuestras sensaciones fuesen un conjunto de fen?menos individuales, encerrados dentro de nuestra alma. A primera vista parece imposible soltar la dificultad: sin embargo, si se la examina ? fondo, se echar? de ver que se le ha dado mas importancia de la que merece. La primera objecion que suele hacerse contra el testimonio de los sentidos se funda en la dificultad de distinguir con certeza el estado de vigilia del de sue?o. Dormidos recibimos impresiones semejantes ? las que nos afectan despiertos: ?c?mo nos aseguraremos de que la ilusion no es perpetua? El abate de La-Mennais, con aquella exageracion que le caracteriza, ha dicho: < Yo creo que hay en esto graves dificultades, pero no puedo persuadirme que sean insolubles. Voy ante todo ? examinar, si el sue?o y la vigilia son diferentes, no solo ? los ojos del sentido comun, sino tambien de la razon. La-Mennais pretende que solo en el tribunal del consentimiento comun puede obtenerse un fallo definitivo y satisfactorio: yo estoy convencido de que el raciocinio mas severo puede llegar al mismo resultado ? que nos conducen de consuno, el sentido ?ntimo, el sentido comun, y el consentimiento comun, ? en otros t?rminos, el testimonio de nuestro ser y el de nuestros semejantes. El hombre encuentra en s? de una manera completamente satisfactoria la certeza de la diferencia entre el sue?o y la vigilia: para saber que estamos despiertos no necesitamos del testimonio de los dem?s. La diferencia entre dichos estados no debe buscarse ?nicamente en la claridad y viveza de las sensaciones, y certeza actual que ellas engendran. Es indudable que ? veces en el sue?o se nos presentan las im?genes con tanta claridad como s? estuvi?ramos despiertos, y que por el momento la certeza es completa. ?Qui?n no ha experimentado durante el sue?o, viva alegr?a, ? terribles angustias? Es verdad que alguna y muy rara vez, al dispertar, tenemos la reminiscencia de que en el acto mismo del sue?o asomaba la duda de si so??bamos; pero esto sucede con poca frecuencia; y en general puede asegurarse, que el sue?o no anda acompa?ado de ese crep?sculo de razon reflexiva, que nos advierte de nuestro estado, y de la ilusion que padecemos. Por lo comun, mientras dura el sue?o, no abrigamos duda sobre lo que so?amos; y abrazamos ? un amigo con tierna efusion, ? lloramos desconsolados sobre su tumba, con las mismas afecciones que nos produciria la realidad. Add to tbrJar First Page Next Page |
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