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Munafa ebook

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Read Ebook: Impresiones Poesías by Campo Arana Jos

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Ebook has 265 lines and 30449 words, and 6 pages

?D?NDE EST??

?Oh! s?: para vivir, yo necesito lucha, esperanza, amor. Los instantes de dicha y de abandono, ciclo de la pasion; la duda inquieta del desden fingido, tormento abrasador, que con l?grimas ba?a las pupilas y de ira el corazon; el tembloroso afan de la respuesta y del primer favor; el nervioso delirio de los celos, que turba la razon. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mas ?d?nde hallar una mujer que sepa comprender mi dolor? ?D?nde encontrar una mujer, esclava del mismo afan que yo? ?Una no habr? en el mundo que me escuche, que sienta as? el amor? ?Una no habr? en el mundo, que me quiera mentir por compasion?

?SOLO!

Solo... Solo... Siempre solo, siempre solo con mis penas! Solo mientras dura el dia, solo en la noche serena, solo cuando pienso en Dios, solo al pensar en la tierra, solo cuando canto alegre, y solo con mi tristeza!... Solo siempre... Mas ?por qu?, esa soledad eterna? Es ?ay Dios! que el alma mia no ha hallado su compa?era, y siento que me hace falta la mitad de mi existencia; es que soy un pobre loco, ? la humanidad entera es m?nos buena que yo, y que su maldad me aterra; es que el mundo me rechaza, ? que mi alma le desprecia, porque en ?l, ?ay! no ha podido encontrar su compa?era.

Es que yo adoro las l?grimas y el mundo se rie de ellas; es que es mi ambicion muy grande ? que mi alma es muy peque?a: es que siempre, combatido por encontradas ideas, fluct?a mi pensamiento por que la verdad no encuentra; es que no tengo la f? del m?rtir ni del poeta; es que todos mis dolores son despreciables miserias que no levantan el ?nimo y que las fuerzas enervan; es que anhelo un imposible, delirio de mi tristeza; es que me falta un apoyo ? que asir mi mano tr?mula; es ?ay Dios! que el alma mia no ha hallado su compa?era.

Es que me siento vencido en esta lucha suprema, y no hallo un amante seno donde apoyar mi cabeza, y ? cuyo tibio calor resuciten mis ideas; es que veo, ? mi pesar, cerradas todas las puertas, y s?lo me ofrece asilo la muerte... Quiz?s en ella, al otro lado del manto que la eternidad nos vela, mi alma que triste y doliente su camino hace en la tierra, podr? conseguir su anhelo: encontrar su compa?era.

?NSIA.

Y qu? ?de esta inquietud jam?s postrada, de esta lucha sin tregua que en m? siento, de este loco y altivo pensamiento, ?no habr? de quedar nada?--?Nada!...--?Nada... La pobre flor en el pensil tronchada, deja sus hojas y su aroma al viento; la ola al besar la playa, su lamento deja, y la linda concha nacarada. Yo tambien dejar quiero mi memoria; aunque agostado como d?bil lirio, quiero esculpir mis huellas en la historia. Quiero que un dia el mundo con delirio orne mi tumba con laurel de gloria... Laurel de gloria, ? palma de martirio.

S?PLICA.

?Ay Dios! ?No quereis decirme d?nde la podr? encontrar? Largos dias h?, su huella busco con ardiente afan... Yo quiero verla un instante... Un instante nada m?s. Yo ahogar? en mi pecho el grito de inmensa felicidad que al volverla ? ver de nuevo el amor me arrancar?. Yo la dejar? camino vi?ndola, triste, pasar sin pedirle una sonrisa que calme mi ardiente afan. Yo me esconder? en la sombra cual medroso criminal... No buscar? su mirada... Su voz no me arrastrar?... La ver? como un delirio irrealizable y fugaz... Mas... quiero verla un instante, un instante nada m?s. --Por Dios, ?no quereis decirme d?nde la podr? encontrar?

DIOS.

Lucha tenaz; mi esp?ritu se aterra, y en vano busca el insoluble arcano tras de el que en pos, el pensamiento humano, ri?e consigo mismo cruda guerra. ?Dios! ?Un tiempo tirano de la tierra! ?Terrible agitador del Occeano que sumerge azot?ndola inhumano la pobre nave que en su seno encierra! Mas n?; los elementos obedecen s?lo una ley, y ante ella, cual el suelo, los infinitos mundos se estremecen. Minti? quien en tu s?r forj? su anhelo... --Mas... ?por qu? mis pesta?as se humedecen al levantar los ojos h?cia el cielo?

SOMBRA EN LA LUZ.

A mi ruego tenaz por fin rendida, ella, oculta en la sombra, me esperaba, y yo, de orgullo y gozo el alma henchida, busc?ndola, en la sombra caminaba.

S?lo la tibia luz de las estrellas mis pasos alumbraba: su p?lido fulgor me parecia a?n m?s alegre que la luz del dia.

Al dejarla, sus tintas de oro y grana esparcia en el cielo la ma?ana, y cuando el sol se alz? en el horizonte, pensando en la victoria que al dulce amor debia, yo no s? qu? sentia que en medio del recuerdo de mi gloria triste la luz del sol me parecia.

? C?RLOS COELLO.

NOSCE TE IPSUM.

?Rey de la creacion, hombre! Despierta. S?l del letargo en que sumido vives, abre una vez ? la verdad tus ojos, si ? resistir su luz tu vista acierta. Despierta contemplando los despojos de tu pobre grandeza, mezquino sue?o de tu s?r soberbio. Despierta con presteza, baja del trono de oropel y harapos que rico solio en tu locura crees. Suelta el cetro de ca?a con que riges el enga?oso mundo que posees, y sombras vanas con afan diriges. Deja caer la m?scara arrogante con que encubres tu bajo pensamiento de bien y de grandeza vergonzante. Hip?crita insensato, que de soberbia en insondable abismo, en tu loco arrebato te mientes la grandeza ?un ? t? mismo.

?Ah! no es ciego extrav?o la fuerza poderosa que arrebata la templada razon, y se apodera del pensamiento mio. N?; no es la duda ni la envidia artera, no es la fiera afliccion de la amargura, ni el d?bil grito del herido esclavo. La envidia mata, si la duda altera, la amargura tan s?lo el llanto funde, la cobard?a besa al que la azota. Yo vivo y pienso, y, al error atento, del tirano el poder no me confunde ni doblego ? su antojo el pensamiento; pues s? que ante la voz conmovedora de la santa verdad, en su flaqueza caer?n, sobre su asiento mal seguros, como de Jeric? los anchos muros, sus sue?os, su poder y su grandeza. Y esa verdad sus alas me ha prestado, ? su cielo de luz me ha conducido, y ora desesperado, ora preocupado ? divertido, al ver el hombre desde all? he llorado, y volviendo ? mirarle, me he reido.

Envidia ? egoismo; ese es el hombre por m?s que luche en disfrazar su anhelo con un hermoso nombre. Llama amor al deseo disoluto ? que rinden tributo, sin la inmunda torpeza ? que ?l se entrega, el ave, el pez, el bruto, la misma flor inm?vil que despliega su c?liz ? la brisa y al roc?o. Llama ambicion ? la locura ciega que tenaz le persigue hasta en sus sue?os sin que olvido ? reposo se demande, no por ser ?l m?s grande, sino por ver ? los dem?s peque?os. Llama equidad ? la ru?n codicia, llama heroismo al cr?men m?s sangriento, saber ? la malicia, redencion al tormento, y ? la venganza b?rbara, justicia. Ciencia al enmara?ado laberinto en que su limitada inteligencia se pierde errante sin hallar salida; alma ? su ciego instinto, al vil temor prudencia, f? al fanatismo ciego, ley al hierro homicida, y ? la inaccion est?pida, sosiego. Caridad ? la d?diva avarienta, migaja de su mesa sunt?osa, que presta, haciendo cuenta de recobrar crecida de la mano potente y dadivosa de un Dios que se ha forjado en otra vida. Y se cree un s?r grande porque siente afectos que orgulloso diviniza, cuando acaso los miente. ?Amor de patria! dice, imaginando que es privilegio la atraccion sagrada que hace al ave viajera amar ? la enramada donde elev? su voz por vez primera, donde pas? el est?o, donde vuelve ? anidar la primavera. ?Razon! exclama con acento grave, y ?un blanquean al sol en la llanura las osamentas de cien mil soldados que asesin? su b?rbara locura; el paso de la fiera muchedumbre ?un destroza la mi?s de la campi?a, y cad?veres mil ensangrentados alimentan las aves de rapi?a. ?Arte!... Tal vez tan s?lo ese deseo es en ?l verdadero y grande y puro... Tal vez... Mas, ese mismo sentimiento, ?no es acaso el altivo desvar?o de hallar de Dios el ignorado asiento, adivinar su im?gen escondida, sorprender su existencia en un momento, y robarle el secreto de la vida?

LA VUELTA.

--Cuando tras tanto penar llegas, cubierto de gloria, ? gozar de la victoria al amor de nuestro hogar, dime: ?Qu? negro pesar turba, hermano, tu alegr?a? ?Qu? negra melancol?a te entristece ? nuestro lado? --?Ay, Juli?n! ?Que me ha olvidado la mujer que yo quer?a!

--Hijo, ?y por eso abatido al dolor te rindes ciego? ?Perdiste el valor y el fuego con la sangre que has perdido? ?Lloras?... Mas dime, ?qu? ha sido del valor que yo sentia cuando tus cartas le?a ansioso y entusiasmado? --?Ay, padre! ?Es que me ha olvidado la mujer que yo quer?a!

--Hijo: tu dolor me mata, ven y reposa en mi seno, de amor para t? est? lleno, en ?l tu llanto desata, ?Qu? te importa si una ingrata de sus brazos te desv?a? Toda es tuya el alma mia, reposa en m? confiado. --?Ay, madre! ?Que me ha olvidado la mujer que yo quer?a!

?REBELD?A!

No, ya no quiero consolar al triste, ni con mis manos enjugar su llanto: ya mi alma, endurecida, se resiste hasta del bien al goce sacrosanto. Ya el dolor me arrebata y desespera, sin que consuelo ? la paciencia pida: ya aborrezco el dolor... ?el dolor, que era la ilusion m?s hermosa de mi vida! Esp?ritu rebelde, ? Dios me atrevo, y de su f? rompiendo ya los lazos, como reproche, ante sus ojos llevo de mi alma destrozada los pedazos. Si al escuchar mi queja en la agon?a, de la lucha feroz al fin rendido, me echa en cara mi osada rebeld?a, yo le podr? decir: <> . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ?Ah, no sabeis vosotros, desdichados, que acaso o?s riendo mis gemidos, los momentos de angustias ignorados que guardan estas letras escondidos! Con los a?os de vida que se aleja, una ilusion tras otra desparece, y hasta el rastro de fuego que en m? deja tambien a?o tras a?o palidece. Una sola, no m?s, conservo entera, refugio fiel donde mi f? se escuda, y esa ilusion bendita, la postrera, hoy viene ? arrebat?rmela la duda. ?Dios! ?D?nde est?? Mis ojos le veian en un tiempo feliz, yo no s? donde; pero siempre encontrarle ellos sabian... ?Hoy no le encuentro ya! ?D?nde se esconde?

A...

Suave el dorado virginal cabello, puros y azules los rasgados ojos, blanca la tez, enrojecido el labio, l?nguido el talle.

?Cu?ntas bellezas por mi mal nacidas! ?Cu?ntos tesoros, para m? vedados! Tiemblo, mujer, al recordarte ausente, tiemblo y suspiro.

?Sabes que s?lo gozo cuando sue?o al dar mi mente ? los recuerdos vida, s?r ? tu im?gen!

?Sabes amar, sin esperar siquiera ?triste placer! que tu pasion conozcan? ?Sabes llorar... pero llorar de celos? ?Ay! no lo sabes.

Sigue, sigue inocente tu camino, piensa una vez, y compadece al triste; ruede una vez por tu sereno rostro l?grima ardiente.

Y cuando al seno de la madre tierra vuelva tu cuerpo, en m?rmol convertido, unjan tu frente de olorosas flores suaves aromas.

Tiemble al contacto de la forma pura d?ndole abrigo, la feliz arena, muera yo lu?go, y del sepulcro frio repose al lado.

EL ANOCHECER.

La tarde muere; la sombra se extiende por todas partes, y con el dia concluyen los gorjeos de las aves. S?lo alguna que tard?a cruza tristemente el aire, ? buscar all? en la aldea nido donde refugiarse, exhala un d?bil gemido triste, dulce, inexplicable; tal vez un adios al dia que no volver? ? alumbrarle, tal vez murmullo de pena al verse sola y errante. Y pasa cual leve bruma que en s? misma se deshace, y entre la sombra se pierde desvanecida su im?gen. Calla la naturaleza que, tambien del dia madre, enmudece en la agon?a de la moribunda tarde. Y el religioso silencio del triste y supremo instante, deja inm?viles y mudas ? las hojas de los ?rboles, que, embebecidas, esperan que la noche les ampare, ? vuelva ? lucir el dia para volver ? besarse. Llegan en alas del viento melanc?licos cantares, y el eco de la campana que ? un tiempo en la aldea ta?en... Y es que los hombres tambien al ver el dia alejarse, sienten la misma tristeza que los campos y las aves, y cantan ? rezan...--?Ay! ?qui?n pudiera acompa?arles, y cantar con los dichosos y orar con los miserables!

? UNA L?GRIMA.

Rueda, ba?ando mi mejilla helada, l?grima temblorosa y vacilante; p?ra al tocar mis labios un instante, y refresca su piel seca y quebrada. Contigo va de la mujer amada el ?ltimo recuerdo delirante; contigo va de mi ambicion gigante la ilusion ?ntes muerta que so?ada. Mas no sigas... Detente... Si supieras que al sentir en mis labios tu frescura, me d? vida el dolor, te detuvieras... T?nta es la hiel que en t? mi labio apura, que torn?ndose dulce el mar, pudieras t? sola devolverle su amargura.

NUBE DE VERANO.

Iba cayendo el dia, y ella y ?l, caminito de la fuente que entre los olmos murmurar se oia, marchaban vivamente; ella lloraba y ?l palidecia. Y con ira creciente los dos se denostaban, y <> el uno al otro se llamaban, apurando el atroz vocabulario que tiene el amoroso diccionario para tales combates, precursores de m?s estrecha paz cuanto mayores. Ella, con las mejillas cual la grana y cortada la voz por cien suspiros, llorosa le decia llena de rabia insana: --<>-- Y ?l tambien, ? porf?a, --<>--le decia. Y al cabo, tantas cosas se dijeron, un odio tan eterno se juraron, que uno y otro su paso detuvieron y sin decirse adios, se separaron.

Tambien moria el sol al otro dia, y ella y ?l, caminito de la fuente que entre los olmos murmurar se oia, iban pausadamente; ella lloraba y ?l se sonreia. ?l, con ?nsia creciente, --<>--le decia; y ella, alzando la frente, donde el santo pudor resplandecia, le miraba ? los ojos fijamente, y mil veces--<>--repetia.

EFECTO DE ?PTICA.

Porque no te veia, una vez maldiciendo, otra llorando, la vista dirigia ? la arboleda umbr?a, s?lo de ruise?ores habitada, que, la intensa pradera atravesando, termina en el umbral de tu morada. Ya se iban apagando del ciclo azul los tornasoles rojos... Yo, el rostro contrayendo de rabia y de dolor, cerr? los ojos y... ya nunca te aguardo maldiciendo.

EL ?GUILA.

Alza su vuelo el ?guila altanera r?uda cruzando pueblos y naciones, y hace con sus despojos y pendones arco triunfal ? su triunfal carrera. Tiembla aterrada y muda Europa entera por su acerada garra hecha girones desde las frias, ?rticas regiones, hasta la Italia donde el sol impera. Quiere herir al Leon envanecida, mas, de su roja crin tendiendo el pelo, su zarpa clava en ella y cae vencida. Duda, vacila alz?ndose del suelo al sentirse en Bail?n de muerte herida, y abate en Waterl?o su incierto vuelo.

DESEO.

Eras t?: mi deseo adivinaba tus rojos labios, tu mirar de fuego, de tu amor las hist?ricas caricias, el ardiente perfume de tus besos. Eras t?, que surgias en mi mente envuelta entre la niebla de mis sue?os, radiante y bella, cual la luna surge del horizonte entre el celaje denso. Eras t?, realidad de una quimera, demonio tentador, terrible y bello, que ven?a ? encrespar con la tormenta de mi existencia el mar triste y sereno. Al eco de tu voz, como las olas se elevan hostigadas por el viento, despertando del t?mido letargo, se elevaron en mi alma cien recuerdos. Sent? la vida en mis hinchadas venas cual lava ardiente discurrir de nuevo, y esperanzas, y dichas, y temores germinar en mi oscuro pensamiento; aspir? de la dulce primavera ?uras y aromas en el triste invierno; la existencia encontr? f?cil y hermosa y de morir me abandon? el anhelo; me sent? renacer cuando ya estaba para el amor y la esperanza muerto, bajo la enorme losa de la tumba que levant? para mi amor primero. El fantasma dorado de la gloria, el de fortuna deshechado empe?o, ante mis ojos, por su brillo at?nitos, pl?cidos otra vez aparecieron. T?mido como el ni?o adolescente, te persigo doquier; y hallarte espero, cual el que sue?a dichas y dormido ? s? mismo se guarda el dulce sue?o, temiendo, al despertar, todo el encanto de su delirio contemplar deshecho. ?Qui?n eres? ?Qui?n ? m? te ha conducido? ?Acaso el ?nsia de carnal deseo? ?Ay de m?! No lo s?, que ?un no te he hablado; ?un si mientes ignoro... y ya lo temo. No es el instinto el que h?cia t? me arrastra, m?s noble es la pasion con que yo sue?o; pero ?qu? importa si una impura llama ? pesar tuyo te calcina el pecho? Yo tengo para t? raudal sin fondo de casto amor y nobles pensamientos, y al enlazar mis manos con las tuyas, al oprimir tus labios con mis besos, el perfume de amor que mi alma llena, trocar? el vil calor en santo fuego. Beber?s ese amor en mis miradas, lo absorber?s al respirar mi aliento, te lo trasmitir? cuando mi mano acaricie amorosa tu cabello. Te envolver? en su atm?sfera divina, como en nube de aromas y de incienso, despertar? tu corazon dormido, te volver? al amor y al sentimiento. T? acaso pagar?s con la sonrisa mi amor sin mancha, aspiracion del cielo; yo llorar?, mi bien, y t?ntas l?grimas ablandar?n tu loco menosprecio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ?Y al fin me olvidar?s! Llegar? un dia, en que acaso con odio nos veremos... ?El deseo en tu s?r se habr? extinguido! ?Este amor que me inspiras habr? muerto!

?POR QU??

?Por qu?? Yo te he cubierto con mis besos; el p?rpado s?ave, el fresco labio, la blanca frente y el nevado pecho, tu garganta, tus rizos y tus manos... ?Todo, de amor en el delirio ardiente, mis dedos con afan lo acariciaron! Y t?, rendida al ruego, y al instinto que en el hombre engendr? quien le ha creado, beso por beso, loca me volviste, buscando, al esconderte entre mis brazos, oprimi?ndome ? un tiempo con los tuyos, tu cabeza en mi pecho sepultando, camino de llegar hasta mi alma para buscar en ella tu retrato, ? el fuego de la llama abrasadora del amor y el placer ?cr?menes santos! Y fundidos en uno nuestros s?res, sin idea del tiempo ni el espacio, sin que tanto placer y dicha tanta pag?ra ningun hombre con su llanto, secreto como el g?nesis del mundo, grande, amada mujer, como el espacio, creamos un momento de ventura de nuestra vida en el trascurso amargo. Momento que era un mundo... ?cu?n distinto del mundo miserable que habitamos! Todo era amor y dicha, saturada con la miel regalada de tus labios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ?Y tal felicidad era un delito! ?Tanta dicha, mujer, cr?men nefando! ?Por qu?? Yo no lo s?; pero es un cr?men... Por tal el mundo entero lo ha juzgado... ?Qu? importa? Yo desprecio su sentencia, y en tus caricias y en tu amor so?ando, s?lo s? que me arrastras en pos tuyo, s?lo s? que eres bella y que te amo.

EN EL ?LBUM DE ELISA.

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