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Read Ebook: La desheredada by P Rez Gald S Benito
Font size: Background color: Text color: Add to tbrJar First Page Next Page Prev PageEbook has 2195 lines and 136225 words, and 44 pagesIsidora sali? al pasillo cuando llegaba el Director, que al instante comprendi? la causa de su miedo. Sonriendo, la tom? de la mano para obligarla a entrar. < Ambos le miraron. El semblante del anciano no expresaba ira, sino emoci?n, y dos l?grimas rodaban por sus mejillas. < Y sali? escapado. < El Director dio un gran suspiro, expresi?n oficial de sus sentimientos compasivos, e Isidora quedose fr?a, aguardando terribles noticias. ?C?mo miraba al buen se?or, deletreando en su cara, y qu? bien le dec?a esta que no esperara nada bueno! < --Eso es imposible. ?Verle!, ?y para qu??... Mal, muy mal est? el pobre Rufete--afirm? el Director, moviendo la cabeza--. Ll?nese usted de paciencia, porque, verdaderamente, si esta enfermedad es incurable, si no cesa de atormentarse el que la padece, mejor es que se vaya a descansar... Yo, lo digo con franqueza, si tuviera alguna persona de mi familia en ese estado, desear?a...>>. Trabajo le cost? a Isidora admitir la funesta verdad que se le quer?a anunciar con caritativas precauciones, y tragando saliva para deshacer aquel nudo que en su garganta se formaba, habl? con medias palabras de esta manera: < --Vamos, que no... Ya...>>. El buen se?or estaba impaciente. Ten?a que hacer. < Isidora no dec?a nada. Sus ojos, aterrados, se clavaron en el busto de yeso. Lo examin? bien y est?pidamente, vi?ndole con claridad, por esa atracci?n rara que en el momento de recibir una noticia grave ejerce sobre los sentidos un objeto material cualquiera, que luego queda por alg?n tiempo asociado a la noticia misma... Al mismo tiempo que Isidora contaba sus desdichas al inocent?simo Canencia, ocurr?a no lejos de all? un hecho que, con ser muy triste, no afectaba grandemente a los que lo presenciaban. Eran ?stos el Director facultativo, el administrativo, un practicante, alumno de Medicina, el capell?n y un enfermero. El moribundo, pues de morirse un hombre se trata, era Rufete. La crisis era violenta y calmosa, de desarrollo f?cil y t?rmino decidido. El enfermo apenas ten?a movimiento y vida m?s que en la cabeza; no padec?a nada; se iba por r?pida y llana pendiente, sin choque, sin batalla, sin convulsiones, sin defensa. < El paciente dio un gran suspiro, abri? los ojos, mir? a todos uno por uno; y no con furia, no con espasmos de insensato, ni iracundas recriminaciones, sino con apagada voz, con sentimiento tranquilo, que m?s que nada era profund?sima l?stima de s? mismo, pronunci? estas palabras: < El m?dico le quiso consolar con palabras campechanas. Add to tbrJar First Page Next Page Prev Page |
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