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Read Ebook: Heath's Modern Language Series: El trovador by Vaughan Herbert Hunter Annotator Garc A Guti Rrez Antonio
Font size: Background color: Text color: Add to tbrJar First Page Next Page Prev PageEbook has 922 lines and 20634 words, and 19 pagesGUZM?N. ?C?mo! JIMENO. Desapareci? el ni?o, que estaba ya tan rollizo que daba gusto verle; se le busc? por todas partes, ?y sab?is lo que se encontr?? Una hoguera reci?n apagada en el sitio donde muri? la hechicera, y el esqueleto achicharrado del ni?o. FERRANDO. ?C?spita! ?Y no la atenacearon? JIMENO. Buenas ganas ten?amos todos de verla arder por v?a de ensayo para el infierno; pero no pudimos atraparla, y sin embargo si la viese ahora... GUZM?N. ?La conocer?ais? JIMENO. A pesar de los a?os que han pasado, sin duda. FERRANDO. Pero tambi?n apostar?a yo cien florines a que el alma de su madre est? ardiendo ahora en las parrillas de Satan?s. GUZM?N. Se entiende. JIMENO. Pues... mis dudas tengo en cuanto a eso. GUZM?N. ?Qu? dec?s? JIMENO. Desde el suceso que acabo de contaros no ha dejado de haber lances diab?licos... Yo dir?a que el alma de la gitana tiene demasiado que hacer para irse tan pronto al infierno. FERRANDO. ?Jum!... ?Jum!... JIMENO. ?He dicho algo? FERRANDO. Pregunt?dmelo a m?. GUZM?N. ?La hab?is visto? FERRANDO. M?s de una vez. GUZM?N. ?A la gitana? FERRANDO. ?No, qu? disparate; no...! Al alma de la gitana; unas veces bajo la figura de un cuervo negro; de noche regularmente en b?ho. Ultimamente, noches pasadas, se transform? en lechuza. GUZM?N. ?C?spita! JIMENO. Adelante. GUZM?N. ?Me cont?is cosas estupendas! Y en pago del buen rato que me hab?is hecho pasar, voy a contaros otras no menos raras y curiosas, pero que tienen la ventaja de ser m?s recientes. FERRANDO. ?C?mo! GUZM?N. Se entiende que nada de esto debe traslucirse, porque es una cosa que s?lo a m?, a m? particularmente se me ha confiado. JIMENO. ?Pero de qui?n? GUZM?N. De otro modo me matar?a el Conde. GUZM?N. Pero todo ello no es nada, nada; travesuras de la juventud. ?No sab?is que est? perdidamente enamorado de do?a Leonor de Ses?? GUZM?N. La hermana de don Guill?n, de ese hidalgo orgulloso... FERRANDO. La m?s hermosa dama del servicio de la reina. GUZM?N. Seguro. FERRANDO. Y que est? tan enamorada de aquel trovador que en tiempos de anta?o ven?a a quitarnos el sue?o por la noche con su c?ntico sempiterno. GUZM?N. Y que viene todav?a. JIMENO. ?C?mo! ?Pues no dicen que est? con el Conde de Urgel, que en mala hora naciera, ayud?ndole a conquistar la corona de Arag?n? GUZM?N. Pues a pesar de eso... FERRANDO. Atreverse a galantear a una de las primeras damas de su Alteza. Un hombre sin solar, digo, que sepamos. JIMENO. No negar?is, sin embargo, que es un caballero valiente y gal?n. GUZM?N. S?, eso s?... pero en cuanto a lo dem?s... Y luego, ?qui?n es ?l? ?D?nde est? el escudo de sus armas? Lo que me dec?a anoche el Conde: < JIMENO. Pero al cuento. GUZM?N. Al cuento: ya sab?is que yo gozo de la confianza del Conde; anoche me dijo, estando los dos solos en su cuarto: < JIMENO. ?Y qu?? GUZM?N. Su intento era entrar en la habitaci?n de Leonor, para lo cual se hab?a proporcionado una llave. JIMENO. ?C?mo!... ?En palacio!... ?Y se atrevi? al fin? GUZM?N. Entr? efectivamente; pero en el momento mismo, cuando lleno de amor y de esperanza se le figuraba que iba a tocar la felicidad suprema, un preludio del la?d del maldito trovador vino a sacarle de su delirio. FERRANDO. ?Del trovador! GUZM?N. Del mismo; estaba en el jard?n. All?, dijo don Nu?o con un acento terrible, all? estar? tambi?n ella; y baj? furioso la escalera. La noche era oscur?sima; el importuno cantor, que nunca puls? el la?d a peor tiempo, se retir? creyendo sin duda que era mi amo alg?n curioso escudero; a poco rato baj? la virtuosa Leonor, y equivocando a mi se?or con su amante, le condujo silenciosamente a lo m?s oculto del jard?n. Bien pronto las atrevidas palabras del Conde la hicieron conocer con qui?n se las hab?a... la luna, hasta entonces prudentemente encubierta con una nube espes?sima, hizo brillar un instante el acero del celoso cantor delante del pecho de mi amo; poco dur? el combate; la espada del Conde cay? a los pies de su rival, y un momento despu?s ya no hab?a un alma en todo el jard?n. JIMENO. ?Y no os parece, como a m?, que el Conde hace muy mal en exponer as? su vida? Y si llegan a saber sus Altezas semejantes locuras... GUZM?N. Calle... parece que se ha levantado ya... JIMENO. Temprano para lo que ha dormido. FERRANDO. Los enamorados, dicen que no duermen. GUZM?N. Vamos all?, no nos eche de menos. FERRANDO. Y hoy que estar? de mala guisa. JIMENO. S?, vamos. Add to tbrJar First Page Next Page Prev Page |
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