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Munafa ebook

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Read Ebook: Venice by Menpes Dorothy Menpes Mortimer Illustrator

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Ebook has 1309 lines and 44136 words, and 27 pages

Nota del Transcriptor:

Errores obvios de imprenta han sido corregidos.

P?ginas en blanco han sido eliminadas.

Las versalitas han sido sustituidas por letras may?sculas de tama?o normal.

MIGUEL DE UNAMUNO

LA TIA TULA

RENACIMIENTO SAN MARCOS, 42 MADRID 1921

ES PROPIEDAD

Copyright 1921 by Miguel de Unamuno.

Imprenta de Juan Pueyo. Luna, 29. Tel?f. 14-30.--Madrid.

ERA a Rosa y no a su hermana Gertrudis, que siempre sal?a de casa con ella, a quien ce??an aquellas ansiosas miradas que les enderezaba Ramiro. O por lo menos, as? lo cre?an ambos, Ramiro y Rosa, al atraerse el uno al otro.

Formaban las dos hermanas, siempre juntas, aunque no por eso unidas siempre, una pareja al parecer indisoluble, y como un solo valor. Era la hermosura espl?ndida y alg?n tanto provocativa de Rosa, flor de carne que se abr?a a flor del cielo a toda luz y todo viento, la que llevaba de primera vez las miradas a la pareja; pero eran luego los ojos tenaces de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se hab?an fijado en ellos y los que a la par les pon?an raya. Hubo quien al verlas pasar prepar? alg?n chicoleo un poco m?s subido de tono; mas tuvo que contenerse al tropezar con el reproche de aquellos ojos de Gertrudis, que hablaban mudamente de seriedad. <>, parec?a decir con sus miradas silenciosas.

Y bien miradas y de cerca a?n despertaba m?s Gertrudis el ansia de goce. Mientras su hermana Rosa abr?a espl?ndidamente a todo viento y toda luz la flor de su encarnadura, ella era como un cofre cerrado y sellado en que se adivina un tesoro de ternuras y delicias secretas.

Pero Ramiro, que llevaba el alma toda a flor de los ojos, no crey? ver m?s que a Rosa, y a Rosa se dirigi? desde luego.

--Sabes que me ha escrito--le dijo ?sta a su hermana.

--S?, vi la carta.

--?C?mo? ?que la viste? ?es que me esp?as?

--?Pod?a dejar de haberla visto? No, yo no esp?o nunca, ya lo sabes, y has dicho eso no m?s que por decirlo...

--Tienes raz?n, Tula, perd?namelo.

--S?, una vez m?s, porque t? eres as?. Yo no esp?o, pero tampoco oculto nunca nada. Vi la carta.

--Ya lo s?; ya lo s?...

--He visto la carta y la esperaba.

--Y bien, ?qu? te parece de Ramiro?

--No le conozco.

--Pero no hace falta conocer a un hombre para decir lo que le parece a una de ?l.

--A m?, s?.

--Pero lo que se ve, lo que est? a la vista...

--Ni de eso puedo juzgar sin conocerle.

--?Es que no tienes ojos en la cara?

--Acaso no los tenga as?...; ya sabes que soy corta de vista.

--As? parece.

--Y simp?tico.

--Con que te lo sea a ti, basta.

--?Pero es que crees que le he dicho ya que s??

--S? que se lo dir?s al cabo, y basta.

--No importa; hay que hacerle esperar y hasta rabiar un poco...

--?Para qu??

--Hay que hacerse valer.

--As? no te haces valer, Rosa; y ese coqueteo es cosa muy fea.

--De modo que t?...

--A m? no se me ha dirigido.

--?Y si se hubiera dirigido a ti?

--No sirve preguntar cosas sin sustancia.

--Pero t?, si a ti se te dirige, ?qu? le habr?as contestado?

--Yo no he dicho que me parece un guapo mozo y que es simp?tico, y por eso me habr?a puesto a estudiarle...

--Y entretanto si iba a otra...

--Es lo m?s probable.

--Pues as?, hija, ya puedes prepararte...

--S?, a ser t?a.

--?C?mo t?a?

--T?a de tus hijos, Rosa.

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