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Read Ebook: Loyola and the Educational System of the Jesuits by Hughes Thomas Butler Nicholas Murray Editor
Font size: Background color: Text color: Add to tbrJar First Page Next PageEbook has 1304 lines and 80614 words, and 27 pagesCAT?LOGO MONUMENTAL DE ESPA?A PROVINCIA DE ?LAVA MINISTERIO DE INSTRUCCI?N P?BLICA Y BELLAS ARTES CAT?LOGO MONUMENTAL ESPA?A INVENTARIO GENERAL DE LOS MONUMENTOS HIST?RICOS Y ART?STICOS DE LA NACI?N PROVINCIA DE ?LAVA POR CRIST?BAL DE CASTRO EDICI?N OFICIAL MADRID EST. TIPOGR?FICO SUCESORES DE RIVADENEYRA Paseo de San Vicente, n?m. 20. Reservada la propiedad art?stica y literaria. Queda hecho el dep?sito que marca la ley. PR?LOGO Estos, Fabio, ?ay dolor!, que ves ahora Campos de soledad, mustio collado, Fueron un tiempo It?lica famosa... Inventariar los monumentos de un pa?s es renovar su Poes?a y acrecer su Historia. El pasado, como el esp?ritu, no muere, sino que, libre de las impurezas materiales, se ennoblece y ense?orea con el escudo de armas del recuerdo. < El predominio evocador se dilata por todas las naciones cultas. Paralelo al florecimiento econ?mico desenvu?lvese, activo como ?l y con fiebre investigadora m?s alta y m?s noble, el florecimiento hist?rico-art?stico. Los pueblos rivalizan en maquinaria y en documentaci?n. Se dir?a que, junto a las < De esta hidalga ansiedad moderna surge la Historia, armada de todas armas, como Palas surgi? de la cabeza de Zeus. Las ciencias y las artes forman el < La paciencia del monje, la audacia del explorador, el experimento del sabio, aportan a la Historia sus ansiedades. Y cuando en nuestros d?as levantan Mommsen y Ferrero, Rambaud y Lavisse, sus admirables monumentos de reconstrucci?n, la Historia no es ya un sangriento reflejo de la Epopeya ni un mudo archivo paleogr?fico, sino que, abarc?ndolo todo con sus ojos de Argos conmovido, convierte el estilete ingenuo de Herodoto en la pluma pol?grafa de Maspero y de Paul Guiraud. RECORRIDO DE LA PROVINCIA. DOCUMENTACI?N Y PLAN DEL CAT?LOGO. La provincia de ?lava es pobre de extensi?n, pero riqu?sima en poblados. En sus 3.044 kil?metros cuadrados se asientan con la capital 85 villas y 348 aldeas, en muchas de las cuales hay alg?n testimonio de arqueolog?a. La empresa, pues, de recorrerla escrupulosamente, registrando sus monumentos y archivos, tomando apuntes y fotograf?as, aconsej?ndonos de sus hombres m?s insignes, hubo de ser tan larga como trabajosa. Y m?s lo hubiera sido, al punto de rendir nuestros entusiasmos, de no habernos favorecido tan hidalgamente, ya con libros, ya con fotograf?as, ya con sus provechosas indicaciones, los se?ores gobernador civil, D. Salvador Arag?n, que nos gui? en las excursiones a las bas?licas de Armentia y de Est?baliz; el se?or obispo de la di?cesis, D. Jos? Cadena y Eleta, que, tras de dispensarnos su cooperaci?n personal, facilit?ndonos Memorias, planos, folletos, manuscritos y fotograf?as de la grandiosa catedral en construcci?n, puso a disposici?n nuestra, por una orden a los arciprestes, todos los archivos parroquiales del obispado; el presidente de la Diputaci?n, D. Federico Bar?ibar, quien tras de acompa?arnos con su amable y profunda ciencia de poeta y de arque?logo a la Diputaci?n, al Museo provincial, a varios otros monumentos de la provincia, nos hizo el don valioso de sus libros, folletos, planos y apuntes, autoriz?ndonos para reproducir la numerosa colecci?n de fotograf?as que remitiera hace a?os a la Real Academia de Bellas Artes; y los arquitectos de la catedral nueva, en construcci?n, D. Javier de Luque y D. Juli?n Apraiz, a quienes por igual debemos gratitud, en su frecuente y reiterada cooperaci?n a la presente obra. Despu?s de varios d?as de estancia en Vitoria, donde con tan amable y sabia compa??a, no solamente recorrimos y estudiamos sus monumentos de m?s nota y valor, sino que compusimos el plan de excursi?n a los pueblos y las aldeas que ostentan un prestigio de arqueolog?a, realizamos ya f?cilmente las excursiones a Armentia, Est?baliz, Arriaga, Egu?laz, Maestu, Anto?ana, El Ciego, La Guardia, Labastida, Zambrana, Amurrio, Ayala, Arciniega, Lezama, Altube, Am?zaga, Murgu?a, Ond?tegui, Villarreal, Mend?bil, Elorriaga, Matauco, Ech?barri, Salvatierra, Urabain, Vicu?a, Gauna, Alegr?a, El Burgo y otras. De regreso a Madrid, lozanas a?n y palpitantes nuestras impresiones, procedimos a la investigaci?n documental en archivos y bibliotecas, acudiendo a la autoridad y saber de los Sres. Conde de Cedillo, D. Narciso Sentenach, D. Antonio Garrido y D. Adolfo Herrera, que componen la Comisi?n mixta, organizadora de las provinciales de Monumentos, todos los cuales nos favorecieron con sus consejos y bondades en t?rminos que exceden, aun siendo mucha, nuestra gratitud. Ordenados nuestros apuntes, planos, mapas, fotograf?as y manuscritos, hemos dispuesto el plan de la presente obra, procurando seguir los m?todos hist?ricos modernos, esto es, ir evocando cronol?gicamente la aparici?n de las diversas civilizaciones y con ellas las de sus monumentos y gesta de arte. Tocante a las fotograf?as, siguen al texto como su resumen pl?stico, y, conforme a justicia, las que nos han sido diligentemente facilitadas, llevan al pie los nombres de sus generosos prestatarios. En tales condiciones, ya que no de saber, de escrupulosa investigaci?n emocional y documental, hemos acometido la honrosa y, para nuestros cortos medios, dif?cil empresa que el Ministerio de Instrucci?n P?blica y Bellas Artes se sirvi? confiarnos, por Real orden de 31 de julio de 1912, y que se?alar?, por sus aciertos, el saber y la autoridad de nuestros consejeros y auxiliares, y marcar?, en sus deficiencias, las huellas desafortunadas, pero diligentes, de nuestros grandes entusiasmos... ?LAVA CAP?TULO PRIMERO MONUMENTOS PREHIST?RICOS ...Antes que una voz tan solo diera El nacimiento al mundo Y la tierra arrancara del profundo Abismo de los mares... vocamos las noches de la Prehistoria, el nacimiento del planeta, la hora divina en que, seg?n el G?nesis, < La vista natural nada distingue entre las sombras infinitas; pero los ojos sobrenaturales del creyente, del ge?logo y del poeta, han proyectado, en las negruras angustiosas, claridades de fe, de ciencia y de mito. Porque all? donde el m?sero cuerpo humano duda y flaquea, all? est? prepotente el alma, encendiendo en las sombras sus luminarias fulgurantes... Hasta la aparici?n del hombre, la Historia, que es archivo de la Humanidad, est? increada. Pero la Religi?n, la Ciencia y la Poes?a son tres hadas hermanas que aguardan al que va a nacer, rezando, meditando y cantando junto a la cuna... APARICI?N DEL HOMBRE EN LA TIERRA. TEOR?AS DE LOS M?S C?LEBRES GE?LOGOS. AHASVERUS Y TOPSIUS. ?Cu?ndo aparece el hombre en el planeta? Prehistoriadores tan insignes como el P. Laurent, como Veiht, como Vorizio, afirman que la historia de la creaci?n cabe dentro de la cronolog?a b?blica. Otros no menos prestigiosos, como Carpenter, Prestwich, Delesse, Milne, Edwars, Lartet y Quatretages, defienden una cronolog?a independiente del G?nesis y anterior a ?l en miles de a?os. Nada hay cierto; todo es hip?tesis. Escriturarios y ge?logos disputan a lo largo de los siglos como un grupo de ciegos a lo largo de rutas infinitas. Dir?ase que el Tiempo, ?nico juez inapelable en la vida como en la muerte, se resiste a ser enjuiciado por ese prisionero suyo que llamamos Humanidad. Hasta los testimonios materiales--cortes de tierras, cavernas huesosas, hachas, u?as, pedazos de arcilla cocida, trozos de grafito..., etc?tera,--son, en lugar de pruebas definitivas, alegatos que se incorporan a esta dial?ctica secular. Los per?odos geol?gicos, que antes eran como las lucecillas del camino, hoy, tras las exploraciones de E. Martel revelando el mundo subterr?neo y creando la nueva ciencia espeleol?gica, apenas si dan luz en estas jornadas. Y la Prehistoria, noche del planeta y noche de la Humanidad, se ofrece a los esp?ritus melanc?licos como una evocaci?n de Ahasverus en su avatar, que no acabar? nunca, y a los esp?ritus esc?pticos, en aquel perfil de cig?e?a con anteojos, que llam? E?a de Queiroz < Que se trate del hombre b?blico o del hombre darwiniano; que se acepte el per?odo terciario o el cuaternario, en ning?n caso la cronolog?a humana deja de ser lo que es: tinieblas. ?Qu? antig?edad asignar al hombre? ?En cu?l regi?n terrestre apareci? primero? ?Cu?les huellas se?alan sus primeros pasos? Las tres hadas que se disputan al reci?n nacido--Religi?n, Ciencia y Poes?a--han tejido con oro de ilusiones tres evangelios diferentes. La Biblia y sus ex?getas de todos los tiempos nos hablan del Para?so terrenal, situado entre el Eufrates y el Tigris, y de Asia, < La Geolog?a y sus patriarcas m?s ilustres se?alan, unas veces, continentes desaparecidos, como la Atl?ntida, otras, las capas de acarreo de la Florida; otras, las praderas flotantes del Nilo; otras, las cuevas subterr?neas del canal Sodertel, en Finlandia. Es decir, que las interpretaciones geol?gicas sobre el lugar de aparici?n del hombre son tantas, no ya como continentes actuales y desaparecidos, sino como naciones vivas y muertas. La Poes?a, por su parte, m?s rica de invenciones y de emociones, ha repartido los tesoros de sus leyendas, donando una leyenda a cada raza y un poema originario a cada idioma. Ahora es el Ramayana; ahora las tradiciones incas; ya es Walmiki; ya son los Nibelungos. ?Qu? pueblo no se cree el mayorazgo de la Humanidad? ?Qu? idioma no se juzga el precursor o el heredero directo del precursor? Add to tbrJar First Page Next Page |
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